¿Por qué es difícil saber cuánto cuesta una web?
Hoy día, en un mundo en el que todo se ofrece «empaquetado», para muchas personas ajenas al mundo web es difícil de comprender que no se les pueda responder de forma sencilla a la pregunta de cuánto cuesta una web. Con frecuencia me encuentro con gente que considera que una web tiene así como «un coste fijo». Todo eso es más complicado y más parecido a la respuesta que tendría «cuánto cuesta un coche». Depende de muchos, muchos factores. Pero además, como también en el caso de los coches, no se trata únicamente del coste de adquisición, o de lo que vamos a pagar porque alguien la haga. También hay unos costes adicionales que habitualmente son recurrentes (anuales, mensuales, etc.) Vamos a ver un poco más en detalle todo esto.
Los diferentes factores
El dominio
El dominio es el nombre que tenemos para la web. Es como alguien la puede encontrar, o la puede teclear en su navegador. Es el loquesea.com, (o .org, .net, etc.). Los dominios más habituales vienen a costar desde 6 hasta 15 euros anuales aproximadamente, dependiendo del registrador. Hay nuevas extensiones diferentes de los mencionados, para cosas más específicas (.bar, .blog, .hotel, .music…) que pueden tener otros precios, generalmente mucho más altos. Recuerda que necesitas el dominio, no sólo para que contenga a tu web, sino para poder utilizar un correo corporativo del tipo loquesea@minombrededominio.com.
El alojamiento
El alojamiento es el espacio donde «vive» tu web. Es el ordenador en el que está, con el que se conectan aquellos que quieren ver su contenido. Siempre tiene que estar en algún sitio para poder ser accedida desde internet. Encuentras alojamientos desde unos 3 euros al mes; pero la experiencia nos enseña que los que valen un poco la pena empiezan desde unos 7 euros al mes. Y de ahí, hasta lo que quieras. Alojamientos no compartidos, tipo VPS, pueden encontrarse desde unos 18 euros al mes. En otro artículo hablaremos más en detalle sobre las ventajas de evitar un hosting compartido.
La elaboración y publicación
Este es el coste que decíamos que puede ser como comprarse un coche. El coche tendrá precios muy dispares, dependiendo de tamaño, motor, marca… y además, unos necesitarán un coche pequeño para ciudad, otros algo tipo furgón, otros un coche de lujo… También el precio de elaboración de la web depende mucho, por ejemplo, de cuestiones como:
- si está hecha muy a medida o siguiendo plantillas preestablecidas
- cuántas secciones incluye
- las funcionalidades que tenga (si incluye foros, varios idiomas, accesos privados para clientes u otros usuarios, calendario de eventos, venta online, espacio de reservas, etc.)
- el acabado que le pidamos a nivel de diseño
- el nivel de profundidad en el SEO que solicitemos
- las opciones que nos permita para cuando vayamos a editar contenidos, etc.
- La complejidad de los recursos gráficos que vayan a utilizarse.
En ocasiones el posible cliente te dice «quiero una web sencilla»; y luego descubrimos, por el análisis que hacemos, que en realidad es una web muy compleja y llena de funcionalidades. Normalmente nadie viene planteando «quiero una web compleja y llena de utilidades».
Tampoco es raro encontrar por ahí ofertas muy pomposas del tipo «tu web por 149 €». Después descubrimos que esa web puede servirles en realidad a muy pocos clientes, porque apenas incluye nada. O se trata de un encubierto «desde», que parte de un producto absolutamente mínimo. Incluso en alguna ocasión hemos visto que ese precio se refería a un importe recurrente (anual, trimestral… e incluso mensual).
Las licencias de algunos componentes
En ocasiones hay componentes de nuestra web que han de ser adquiridos, y se precisa comprar una licencia. Esta licencia puede ser de pago único, o de pago recurrente (normalmente, anual). En el primer caso, el pago único, no hay demasiado problema. La empresa desarrolladora acostumbra a incluirlo en el precio de la elaboración. Aun así, si esta empresa trabaja con la suficiente transparencia y honestidad, debería hacer que esa licencia fuese titular del cliente.
En ocasiones, algunos desarrolladores emplean una licencia suya propia, la cual tiene permiso para múltiples usos, y se consigue una optimización en el precio. Como digo, esto en el caso de pago único normalmente no reviste mayor problema. Sin embargo, es una cuestión más delicada cuando hablamos de posteriores pagos recurrentes. Como decimos, el cliente tendría que ser propietario de las licencias de los componentes que utiliza; y por consiguiente tendrá que saber que tendrá que hacer frente a esos pagos anuales. Cuando es la empresa desarrolladora quien es propietaria de esa licencia, puede ocurrir que siga pagando por esa licencia e impute de alguna forma ese pago al cliente; lo cuál debería de informar y explicar. También hay casos en los que simplemente no se informa ni se ofrece al cliente dicha renovación, con lo que ese componente queda ya sin actualizaciones; y así la web está abocada a romperse o a tener problemas a medio plazo.
En cualquier caso, como clientes que queremos una web, siempre tendríamos que tener a nuestro nombre todas las licencias de lo que se utilice; de otra forma, podemos tener problemas o simplemente una dependencia total del proveedor concreto que nos la elabore y nos ofrezca dichas licencias.
El mantenimiento de la web
En UrBerri tenemos claro que este es un punto esencial a tener en cuenta al considerar lo que nos va a suponer una web. La web moderna, dinámica, que interactúa con el visitante, y que permite a su propietario gestionar una parte importante del contenido con facilidad, precisa tener actualizadas las versiones de sus componentes. Estos generan actualizaciones con cierta frecuencia, y revisarlos y tenerlos al día es una tarea ineludible para que la web funcione correctamente y para prevenir problemas de seguridad. Si el que quiere adquirir dicha web no se ve haciendo esos trabajos, tiene que pensar en contratar el servicio de hacerlos. Porque inevitablemente alguien lo tiene que hacer.
Estos mantenimientos se pueden contratar, en algunas empresas, como mantenimiento tipo «tarifa plana». En UrBerri apostamos más por la fórmula de «paquetes de horas». Aquí no se establece una duración fija de dicho plan, sino que se contrata un paquete de horas, que se van gastando con las correspondientes intervenciones en la web, y a su finalización se renueva. Además, permite que, a cargo de dicho paquete de horas, puedan hacerse modificaciones en diseño o funcionalidad que, con el paso del tiempo, se valoren como convenientes o necesarias.
Todo en uno: oferta tendadora pero peligrosa
En ocasiones, alguien nos ofrecerá un «todo en uno», en el que parece todo mucho más sencillo. Es la respuesta perfecta que esperamos cuando preguntamos cuánto cuesta una web. Esto suele ocurrir por ejemplo cuando se nos ofrece un paquete publicitario completo, con acciones publicitarias diversas, y una web con posicionamiento incluido. Esto puede ser una opción a valorar; pero hay que tener cuidado de que no nos haga depender en exceso de quien nos lo ofrece. No es raro que el cliente pueda perder todo, incluso la web, simplemente si deja de renovar el plan publicitario con ese proveedor concreto. Nuestra web tendría que seguir siendo nuestra aunque decidamos no continuar con campañas publicitarias, sea permanentemente o temporalmente; o aunque simplemente queramos cambiar de proveedor. Esto se consigue si somos dueños permanentes del dominio, del alojamiento, y de su contenido; y es algo que no siempre es posible con este tipo de ofertas. Cuidado.
Conclusión: mejor tener claro cuánto cuesta una web globalmente, antes de comenzar el proyecto
Esperamos haber aportado un poco de luz al complejo asunto de analizar cuánto cuesta una web, y ver más en detalle los diferentes costes que puede suponer embarcarse en un proyecto web. Porque es importante tenerlo todo claro antes de comenzar. Sin sorpresas.